"El ocio y la actividad libre no son estados accesibles a todo el mundo ni totalmente independientes de la técnica. Un hombre liberado del trabajo no se vuelve por ello apto para el ocio; un hombre que gana tiempo no logra sin más la capacidad de emplear ese tiempo libre en otras ocupaciones, pues, ciertamente, el ocio no es un simple no hacer nada, un estado que pueda ser determinado negativamente; si ha de ser fructífero, presupone más bien una vida inspirada y espiritual que le confiera sentido y dignidad. Un otium sine dignitate es holgazanería hueca, y, como reza el dicho, la pereza es la madre de todos los vicios. El ocio, tampoco es, como muchos suponen, una pausa en el trabajo, es decir, un tiempo delimitado; más bien, según su concepto es ilimitado e indivisible, y de él surge toda labor significativa. El ocio es la condición previa de todo pensamiento libre, de toda actividad libre. Por eso es ínfimo el número de individuos capaces de asumirlo, pues la mayoría, cuando gana un sobrante de tiempo, no hace otra cosa que matarlo. Y no cualquiera ha nacido para ocupar el tiempo en actividades libres; si fuese así, la factura y el aspecto del mundo serían otros. Por lo tanto, incluso si la técnica nos exonerase de tareas, no habría garantías de que el tiempo ganado beneficiaría al hombre y de que este lo utilizaría de manera espiritual".
Friedrich Georg Jünger - La perfección de la técnica
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