domingo, 6 de septiembre de 2015

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 "La idea del mal en la forma en que aparece en el pensamiento laico moderno es herencia del cristianismo. En realidad, los racionalistas repudiaron la idea, pero no tardaron mucho en descubrir que no podían vivir sin ella. Insisten en afirmar que lo que en el pasado se entendía como mal es erróneo, consecuencia de una ignorancia que los seres humano pueden superar. Con esto repiten un tema zoroastriano, que quedó absorbido en versiones posteriores del monoteísmo: la creencia de que 'el hombre, como "señor de la creación", se halla al frente de la lucha entre los poderes de la Verdad y de la Falsedad'. Pero ¿cómo explicar el hecho de que la humanidad es sorda a la voz de la razón? Llegados a este punto, los racionalistas recurren a siniestras razones: sacerdotes perversos, explotadores de la superstición, malévolos enemigos de la ilustración, encarnaciones laicas de las fuerzas del mal.
     Como sucede con tanta frecuencia, el pensamiento laico sigue una pauta dictada por la religión al mismo tiempo que elimina las ideas valiosas que hay en ella. Los racionalistas modernos rechazan la idea del mal, aunque están obsesionados con ella. Se consideran guerreros asediados en una batalla contra la oscuridad y no se les ha ocurrido preguntarse por qué a la humanidad le gusta tanto la oscuridad. Se hallan ante el mismo problema del mal al que se enfrenta la religión. La diferencia radica en que los creyentes religiosos saben que se enfrentan a una dificultad irresoluble, mientras que los creyentes laicos no". 

John Gray - El alma de las marionetas

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