"Los pensadores liberales siguen viendo en el poder incontrolado del Estado el principal peligro para la libertad humana. Hobbes sabía que no era así: el peor enemigo de la libertad es la anarquía, que alcanza su máxima destructividad cuando se convierte en campo de batalla de credos rivales. Los escuadrones de la muerte sectarios que merodean por Bagdag demuestran que el fundamentalismo es en sí un tipo de anarquía en el que cada profeta reclama para sí la autoridad divina para gobernar. En las sociedades bien gobernadas, se pone freno al poder de la fe. El Estado y las Iglesias atemperan las pretendidas proclamas de revelación y hacen cumplir la paz. Allí donde esto resulta imposible, la tiranía siempre es mejor solución que vivir bajo el dominio de profetas que guerrean entre sí. De ahí que Hobbes constituya una guía más fiable para el presente que los pensadores liberales que le sucedieron en el tiempo. Aún así, su visión de los seres humanos era demasiado simple y en exceso racionalista".
John Gray - Misa negra
La anarquía sería la peor enemiga del orden en todo caso. Orden logrado en el totalitarismo solo cuando ha conseguido aglutinar para sí todas las instituciones y sacrificada toda disidencia. Si el totalitarismo acaba con la libertad, el Estado es el único capacitado para llegar a ese régimen, lo cual no quiere decir que ocurra. Si bien Hobbes vivió una guerra civil, los liberales ya partieron de una sociedad que había cambiado la violencia por la disuasión. Sus esfuerzos van por lo general en separar las instituciones del mismo nudo gubernamental. Tal vez una sociedad pueda vivir sin Estado, pero ni a los más anarcoliberales se le ocurre prescindir de las instituciones.
ResponderEliminarIraq es actualmente un Estado fallido, pero incluso así cualquiera de nosotros preferiría estar ahora en Erbil que en Mosul, donde rige el totalitarismo islamista.
Hobbes es un excelente punto de partida, pero no un buen punto final.
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